viernes, 1 de junio de 2007

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¿Sabes cómo es cuando estás sentado en un sitio y de repente abres los ojos como si estuvieras despertando? Una sensación similar a haberse pasado varias horas durmiendo, pero es cuestión de un minuto, o tal vez menos. Una visión borrosa que cuesta volver a enfocar entre pensamientos que acuden a tu cabeza para que te preguntes si alguien se habrá dado cuenta de tu reciente viaje.

¡Cómo se te va la olla! Para bien o para mal te das cuenta de que probablemente sea otro más de los mecanismos que tu cerebro activa para protegerte del dolor. Uno de tantos, esta vez te ha protegido de las embestidas de la realidad. En esa batalla fuiste herido, quedaste inconsciente y llevado a retaguardia.

Es hora de que sigas combatiendo. Desperézate porque esta vez será más duro. O no.

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